![]() ¿Sabes de dónde procede la palabra “solidaridad”? Del indoeuropeo “sol-”, que significa “entero”. La persona “solidaria”, pues, es aquella que considera que puede “completar” con su acción lo que le falta a otra para estar “entera”. Algo que he contemplado como profesional es lo alineados que estamos la mayor parte de los coaches que conozco a los más elevados valores. Creo que es porque esta labor la desarrollamos como fruto de la vocación de brindar nuestra ayuda a cuantos necesitan orientar sus vidas y alcanzar sus objetivos. Pero es que tampoco he hallado a ningún cliente que no se desee el bien tanto para su propia persona como para aquellas a quienes ama. Por eso estoy convencido de que la bondad forma parte de nuestra naturaleza, ya que según la Programación Neurolingüística todo comportamiento humano, sea cual sea, busca un beneficio. Si hay un momento propicio del año para practicar la solidaridad es este. ¿De qué forma “completas” a quien, por las circunstancias que sea, no está “entero”? ¿Acaso acompañando a alguien que está solo, ayudando económicamente a paliar alguna necesidad, dando algo de tu tiempo para realizar algún servicio sin pedir nada a cambio? A veces, durante el proceso de coaching el cliente manifiesta su deseo de sentirse útil y descubre que el voluntariado puede ser un complemento para desarrollar esa necesidad de servir que intuye que le hará mejor persona. Y se da una bella paradoja: es el voluntario el que se “completa” ejercitando la solidaridad porque sólo se siente “entero” si sabe que otras personas menos favorecidas se benefician de sus acciones. Navidad es el ejemplo ideal de la filosofía coaching por antonomasia: ganar / ganar.
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![]() Sabías que el 96% de los españoles usa teléfono móvil? Por sorprendente que te parezca, nuestro país es el que más móviles tiene por habitante del Planeta. De ese porcentaje, el 53%, según el Centro de Estudios Especializados en el Trastorno de la Ansiedad, se siente fatal cuando se le acaba el saldo, olvida el aparato o no tiene cobertura. Eso es la nomofobia (no mobile phone phobia o miedo a no poder utilizar el móvil, sea por el motivo que sea). Según Marina Dolgopol, miembro de este centro de investigación, “las personas que padecen de nomofobia expresan que su teléfono es su vida, que lo es todo, y les brinda la sensación de sentirse acompañados”. En las universidades de Lepp y Berkeley llegaron, además, a un inquietante resultado: comprobaron que el uso compulsivo del móvil tiene efectos negativos en el ritmo cardiorrespiratorio, que los estudiantes enganchados al WhatsApp sacaban notas más bajas y que los niveles de ansiedad se les disparaban. Aparte de lo extraña y novedosa que es esta patología (para la que hay tratamiento psicoterapéutico, por cierto), lo que me llama la atención es hasta qué punto puede llegar a ser poderosa nuestra necesidad de comunicarnos. Y de hacerlo constantemente, con todo el mundo y en cualquier momento. El móvil no es más que una herramienta y, como cualquier tecnología, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero en lo que deseo enfocar tu atención si dependes demasiado del móvil es en que te preguntes para qué necesitas tal hiperconectividad. ¿Tienes momentos para mantener un sosegado diálogo interno? ¿De qué has dejado de disfrutar por llevar el móvil encima permanentemente? ¿Te compensa tal grado de “movilización”? ![]() Hasta hace un par de décadas la valoración de la capacidad de razonamiento era el principal criterio para determinar si una persona era o no inteligente. La revolución propuesta por Mayer, Salovey y, sobre todo, Goleman de tomar en cuenta las emociones para concluir la capacidad de adaptación de alguien a las circunstancias ha supuesto un importante cambio en este concepto. ¿Eres emocionalmente inteligente? He aquí algunos trucos para estimular esta inteligencia transversal que implica a las tres capas de nuestro cerebro: 1. Observa tus propias emociones. ¿Qué te alegra o entristece? ¿Cuándo sientes miedo o ira? ¿Qué circunstancia concreta genera en ti ésta o aquélla reacción? 2. Observa las emociones de los demás. Tan importante es reconocer nuestro propio universo emocional como el ajeno. Las formas de acceder al estado emocional de otro son prestando atención a su lenguaje corporal o estableciendo un diálogo que nos permita conocer qué piensa y cómo percibe sus propias reacciones. 3. Empatiza. Significa comprender por qué el otro se siente como se siente y relacionarlo con nuestras propias vivencias para buscar alternativas de acción. 4. Modula tus emociones. Tan negativo es reprimirlas como dejarse llevar por ellas. Una emoción es reactiva y transitoria, mientras que un estado emocional permanece durante más tiempo y es fruto de nuestro propio diálogo interno. Entrénate en subir o bajar su intensidad a voluntad. Un proceso de coaching indaga en las reacciones emocionales del cliente para que tome conciencia de cómo se producen y de qué forma actuar de manera más ajustada para conseguir sus objetivos aliándose a las emociones a fin de alcanzarlos más rápidamente. ![]() Como todas las emociones básicas, el miedo cumple una función indispensable: la garantía de nuestra supervivencia. Es una reacción psicosomática que nos predispone a huir o a atacar ante una amenaza. La dificultad surge cuando deja de ser una emoción (reactiva y transitoria) y se convierte en un estado emocional en el que corremos el riesgo de instalarnos. Lo observo en los clientes que solicitan mis servicios como coach: se mueren de miedo, y por lo general ignoran por qué. En la mayoría de los casos se trata de temores indefinidos, pero en todos ellos se da un denominador común: están en el futuro. El miedo secuestra tu ahora. Por eso deseo compartir contigo un truco fantástico, que no es otro que centrar tu mente en el presente, en lo que sí puedes hacer tú en este preciso momento, como protagonista, para abrir o cerrar los futuros alternativos con tus acciones. Desde esta perspectiva, tienes más poder del que crees, porque solo tenemos miedo a lo que creemos que nos puede dañar, y solo nos puede dañar aquello a lo que se lo permitimos. ¿Miedo a la soledad? Construye hoy relaciones sólidas. ¿A quedarte sin empleo? Diseña hoy un buen plan B. ¿A la enfermedad? Haz cuanto esté en tu mano hoy para no enfermar. ¿A las catástrofes naturales? ¿Al hundimiento de la bolsa? ¿A los accidentes de tráfico? ¿A las cucarachas? ¿Cuántas de esas circunstancias se están dando realmente en tu vida aquí y ahora? Cuando el miedo nos paraliza es porque el cerebro no decide entre el ataque o la huida. Pero cuando el miedo no es a un peligro inmediato nos causa un mal mucho mayor: nos roba el ahora. ¿De qué tienes miedo? ¿Es a una posibilidad real? ¿Qué puedes hacer en este momento? |
“Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee: es una idea que posee a la mente”. (Robert Oxton Bolt) Archivos
Diciembre 2016
El lenguaje lo cambia todo: si digo "circunstancia" desdramatizo la situación que antes denominaba "problema". Así podré enfocar la solución de una forma más objetiva. |