![]() ¿Eres de las personas que creen que descansar consiste en no hacer nada? Hoy quiero presentarte el descanso desde una nueva visión: te invito a verlo como un cambio de actividad. Esto lo podemos aplicar a gran escala (unas vacaciones) o con un mayor nivel de detalle (levantarme, tomar un zumo y estirar los músculos tras un largo rato trabajando en el ordenador). De lo que no hay duda es de que el descanso no es optativo. Muchos clientes que me solicitan procesos de coaching lo hacen porque desean gestionar sus niveles de estrés y es sorprendente comprobar lo poco conscientes que son de cuánto y de cómo descansan… ¡Si es que lo hacen! Ten claro esto: tu cuerpo te habla constantemente para decirte qué necesita y si no le haces caso tarde o temprano te lo dirá ‘gritando’. Las consecuencias físicas y psíquicas del trabajo intenso y continuado no tardan en aparecer en forma de irritabilidad, falta de concentración, reacciones lentas, somnolencia e, incluso, en casos más graves subida de fiebre o confusión mental. Ahora mismo estás leyendo el periódico acaso durante una pausa en tu actividad laboral. ¿Qué harás luego? ¿Tienes programado tu próximo momento de desconexión o dejas que sea el cuerpo quien te diga que es preciso parar un rato? ¿Te sirvieron las últimas vacaciones para recargar o fueron tan agotadoras que casi se diría que necesitarías nuevas vacaciones para descansar de las que te tomaste? ¿Cómo gestionas realmente tus momentos de descanso? Umberto Eco tiene una frase clásica con la que concluyo la columna de hoy que espero que te sirva tanto como me ha servido a mí: “Tanto si trabajas como si descansas dedícate a ello al cien por cien”. ¡Feliz descanso!
0 Comentarios
![]() En coaching usamos un modelo que explica ciertas relaciones tóxicas denominado “Triángulo dramático” o “de Karpmann”. Se produce cuando alguien se considera “víctima” de otra persona, cosa o circunstancia a la que ve como “perseguidor” y pide la intervención de un “salvador” que, a su vez, persigue al que antes era perseguidor que pasa a convertirse en víctima. En el fondo, la “víctima” tiene la creencia irracional de que el mundo se divide en buenos y malos, en fuertes y en débiles, y que no es capaz de asumir el protagonismo de su propia vida. Su actitud habitual es la de “pobre de mí”. Hablamos de una víctima psicológica, no de alguien que realmente necesite ayuda, ya que si esto se da en realidad no hay drama, sino una legítima petición de apoyo. El tema se vuelve dramático porque el salvador que interviene para “rescatar” a alguien que puede valerse por sí mismo le está restando posibilidades de madurar al asumir sus responsabilidades impidiéndole tomar decisiones; porque quien ha asumido el rol de víctima se instala en la comodidad de que sea otro quien le resuelva la papeleta; y porque, en fin, el perseguidor juzga a los demás desde su idea relativa de superioridad moral. Piensa en ti. ¿Te sientes víctima? Si es así, ¿a quién le estás dando poder sobre tu vida? ¿Qué puedes hacer para recuperar ahora el protagonismo de tus propias decisiones? Por el contrario, ¿vas de “salvavidas”? ¿Qué buscas realmente con esa actitud, ayudar a los demás o ser reconocido, admirado o valorado? ¿A quién estás impidiendo crecer y por qué? Finalmente, ¿”persigues” a alguien que no se comporta según tu esquema de lo que ha de ser un comportamiento adecuado a tus normas morales? Coaching Deportivo para Boxeadores |
“Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee: es una idea que posee a la mente”. (Robert Oxton Bolt) Archivos
Diciembre 2016
El lenguaje lo cambia todo: si digo "circunstancia" desdramatizo la situación que antes denominaba "problema". Así podré enfocar la solución de una forma más objetiva. |