En coaching llamamos “explicación tranquilizadora” a aquella que nos mantiene en nuestra zona de confort. Y, por lo general, son explicaciones que comienzan con un “es que”… Por ejemplo: si pronuncio la frase “es que yo soy muy malo para las matemáticas y por eso dejo que sea mi pareja quien lleve el presupuesto familiar” estaré justificando el que no asuma la responsabilidad de aprender a manejar las finanzas para disfrutar así de la ganancia secundaria que tiene para mí que alguien haga el trabajo que me resulta ingrato. Conozco a personas “esquerosas”, y a veces también lo soy yo, pero voy a darte tres claves para, si quieres, dejar de serlo. O serlo menos. 1. Detrás de un “es que”, por regla general, hay una creencia que nos frena en nuestro propósito de ponernos en acción dado que justifica lo que nos está sucediendo. ¿Cómo sería tu conducta si escogieras creer otra cosa, acaso lo contrario a lo que has verbalizado? 2. Cada “es que” que pronunciamos nos paraliza, nos dificulta el crecimiento y el aprendizaje. ¿Ese “es que” está realmente justificado o es una coletilla que utilizas irracionalmente para permanecer en tu ignorancia a cambio de tu comodidad? 3. ¿Cómo mejoraría tu situación si renunciaras al “es que” y buscaras la motivación para ponerte en marcha? Recuerda que si quieres hacerlo buscarás la forma, y si no quieres hacerlo encontrarás la excusa. Piensa en los “es que” que han pronunciado ante ti y que han frenado iniciativas que te hubieran resultado muy transformadoras. Según Echeverría, construimos nuestros futuros alternativos con el lenguaje. Así, hay expresiones que abren posibilidades y las hay que las cierran, como es el caso de la que hoy nos ocupa. ¿Qué posibilidades estás cercenando al pronunciar cada “es que”? ¿Qué te impide realmente explorarlas?
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![]() El coaching busca alternativas de pensamiento y acciones que nos permitan solucionar dificultades. Una de las estrategias para conseguirlo es usar los sombreros de color que diseñó el psicólogo maltés Edward Bono. Sirven para tener una visión global de la situación y minimizar el impacto del ego de los interlocutores en las conversaciones. Con ellos nos damos permiso para decir lo que sentimos, comprendemos que hay otros puntos de vista, desarrollamos una reflexión más creativa, mejoramos la comunicación y la toma de decisiones y focalizamos nuestro pensamiento en el análisis y la solución. Consiste en tomar un foco de reflexión y decidir la secuencia de cada sombrero y el tiempo que se dedica a cada uno, cambiar de sombrero cuando toque y tomar nota de lo que se decide. El orden del uso de los sombreros varía según cada caso, y es el grupo el que decide por qué sombrero comenzar. 1. El sombrero amarillo representa el optimismo, los beneficios. Cuando “nos lo ponemos” expresamos qué tiene de positiva la situación que abordada. 2. El sombrero blanco es el de los datos, los hechos, las mediciones. Sirve para expresar el análisis de lo que sucede desde un punto de vista objetivo. 3. El sombrero rojo refleja las emociones, las sensaciones, las intuiciones. Es el momento de expresar los sentimientos. 4. El sombrero verde nos invita a buscar alternativas y opciones, a expresar propuestas. 5. El sombrero negro nos da permiso para expresar objeciones, riesgos, debilidades, zonas de mejora. 6. Finalmente, el sombrero azul es el que nos proporciona una metavisión para analizar cómo estamos reflexionando, qué sobra, qué falta, qué sombrero requiere más tiempo. Si deseas profundizar en esta estrategia ponte en contacto conmigo y te entrenaré a aplicarla en tu vida personal o en tu empresa. Hoy hemos tenido la oportunidad de compartir el escenario de la Factoría de Innovación Turística (FIT), bajo la organización de Ashotel, con Raquel Manchado y Bruno Correa para impartir un taller conjunto sobre asertividad que ha sido un éxito de público. Deseamos agradecer a los anfitriones su extraordinaria amabilidad y el haber puesto a nuestra disposición todo tipo de medios humanos y tecnológicos para culminar con éxito una jornada inolvidable.
![]() Según Benjamin Franklin, las tres cosas más difíciles de esta vida son guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo. Gracias al coaching, no obstante, las tres no sólo son posibles, sino que pueden llegar a ser sencillas. Veamos hoy una de estas dificultades: perdonar. El Colegio Fisher de Negocios (Universidad de Ohio) acaba de publicar en “Negotiation and Conflict Management Research” un estudio en el que se describe el procedimiento adecuado para pedir perdón. Es interesante destacar, por cierto, una distinción lingüística que no siempre tenemos clara cuando nos comunicamos: pido perdón y ofrezco mis disculpas. Me explico: que nos perdonen es algo que depende del otro, y por tanto yo sólo puedo solicitarlo; las disculpas dependen de nosotros, y por tanto las brindo como una explicación sobre el por qué de esa conducta mía que al otro le ha disgustado. Estos son, según el investigador Roy Lewiki, los seis pasos: 1. Expresar la pesadumbre que me causa la situación. 2. Ofrecer una explicación de cómo percibo el conflicto, y hacerlo lo más objetivamente posible. 3. Admitir mi equivocación reconociendo qué parte de responsabilidad me corresponde. 4. Declarar mi arrepentimiento. 5. Negociar cómo puedo reparar cuanto antes el daño que he causado. 6. Pronunciar la palabra “perdón” en un tono conciliador mirando a los ojos de la otra persona. Es curioso comprobar cómo estos pasos coinciden casi exactamente con el procedimiento que en la tradición religiosa católica, por ejemplo, se propone para la confesión sacramental: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión y reparación. Una vez más observamos que el coaching no inventa, sino que modela la excelencia de los operaciones exitosas para sistematizarlas y ofrecerlas para su copia. ![]() Todo residuo es una enfermedad en potencia. La suciedad,desperdigada en el medio ambiente, genera patógenos. El pus o la gangrena en el cuerpo, septicemia que nos mata. Por tanto, ¿qué efecto crees que puede llegar a tener la “basura mental”?La higiene es salud, equilibrio,supervivencia. Y también lo es en la mente. La “basura mental” es fácil de detectar: son ideas repetitivas, acaso obsesivas, que pueden llegar a intoxicarnos. Generalmente, se trata de creencias que, por el motivo que sea, han quedado instaladas en nuestro entendimiento sin haber pasado por el tamiz de la razón y de las que, en la mayor parte de las ocasiones, ni siquiera somos conscientes de que nos están afectando. Un ejemplo: “no valgo para nada”. Los humanos tenemos una característica: nuestra conducta blinda la creencia, sea la que sea, para demostrarla una y otra vez. Si tengo instalado un “no valgo para nada”, es probable que cada vez que me ponga a hacer una tarea me esté dando a mí mismo permiso para hacerla mal y comprobar de nuevo así que mi creencia es correcta por perniciosa que sea para mí o para los demás. Hay un poderoso detergente que te servirá para eliminar la “basura mental”: el coaching. A lo largo de un proceso de tres o cinco sesiones seguimos este patrón: primero, analizamos qué deseas conseguir. Luego, verificamos si con tus acciones lo estás alcanzando o no. Después, qué creencias están manteniendo tus pautas de conducta ineficaces. Tras esto, sustituimos esas creencias por otras que están alineadas al éxito. Por último, trazamos un plan de acción. Dado que el coaching trabaja con el proceso y no con el contenido, una vez que comprendas este patrón te será más fácil aplicarlo a otros aspectos de tu vida que no funcionan como deseas. Por eso, el coaching te hará independiente. |
“Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee: es una idea que posee a la mente”. (Robert Oxton Bolt) Archivos
July 2021
El lenguaje lo cambia todo: si digo "circunstancia" desdramatizo la situación que antes denominaba "problema". Así podré enfocar la solución de una forma más objetiva. |